Vie. Mar 29th, 2024

La epicondilitis se produce por una inflamación de los tendones en el epicóndilo del codo. Se trata de una variedad de tendinitis. La epicondilitis lateral, también llamada “codo de tenista”, es el término que se utiliza cuando las inserciones musculares (tendones) en la parte lateral del codo están inflamadas. El dolor puede aparecer a nivel de la inserción muscular en el hueso del codo o se puede expandir hacia los músculos del antebrazo e incluso hasta la muñeca. Normalmente se relaciona con el exceso de uso o con un traumatismo directo sobre la zona. El dolor es más intenso después de un uso intenso o repetitivo de la extremidad, y se agrava con las actividades que suponen agarrar cosas con fuerza o girar el antebrazo. Es decir, con prensión fuerte o con rotaciones.

El tratamiento inicial se basa en la protección, la disminución de la inflamación, y el fortalecimiento de los músculos y tendones.

El proceso de protección consiste en reducir las actividades causantes de dolor, modificar aquellas actividades que agravan el dolor, disminuir el tiempo o intensidad de la actividad y realizar descansos y estiramientos.

Para disminuir la inflamación del tendón, puede aplicarse hielo tras los periodos de ejercicio, consiguiendo además un alivio temporal del dolor.

Para el fortalecimiento, se utilizan ejercicios de estiramiento y potenciación de los músculos y tendones afectados. Estos ejercicios son necesarios para una rehabilitación apropiada. El estiramiento de los músculos flexores y extensores del antebrazo contribuirán a prevenir el desequilibrio muscular.

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO

Si la epicondilitis no responde al tratamiento conservador inicial, en ocasiones está indicada la cirugía. La técnica no es tan eficaz como muchas otras intervenciones y no se recomienda a menos que se haya completado un programa adecuado de tratamiento no quirúrgico.

La intervención consiste en la liberación de una parte de la inserción ósea del tendón. Esto disminuye la tensión del tendón y permite que mejore la circulación de la sangre en los tejidos, necesaria para el proceso de cicatrización. Tras la cirugía, es conveniente continuar con los ejercicios de estiramiento y potenciación para evitar que vuelva a aparecer la epicondilitis. La recuperación completa se consigue generalmente entre seis semanas y cuatro meses.

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